Resumen: En éstos capítulos no deja de maravillarme que se revelan más detalles que no conocíamos sobre lo narrado en el Éxodo o en Números, como que el Maná alimento divino, alimento de los ángeles tornaba al sabor de elección de los israelitas fieles, por lo cual nunca quedaban insatisfechos.
Otra de las partes más llamativas es el encadenamiento de ideas que existe entre todos estos capítulos.
Me asombró la profecía o el anuncio divino del madero bendito (La Sagrada Cruz, cura de todos los males) desde el Antiguo Testamento, indicando que no hay ninguna contradicción, también la del madero maldito de la que está hecho el ídolo, que también pudiera ser hecho de metal, piedra, o quizás pixeles de una pantalla u holograma.
Aquí se aclara que la idolatría radica mucho en también una mala intención, más que en el objeto mismo. Como aquella gente que compra un Buda y le soba la pansa pensando que les llenará de riquezas. Doble idolatría.
Da la pauta para distinguir entre el arte sagrado entre las imágenes de veneración del Dios Verdadero, de la Virgen y los Santos, de las imágenes de hombres cualquiera, el culto a los muertos extendido lamentablemente en México, en Japón, y otros países, la veneración de los ancestros o de animales inmundos: ratas, lagartos, moscas, que era a lo que rundían culto los filisteos.
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